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I mangiatori di ricotta, 1580, Vincenzo Campi |
Siempre me han llamado la atención los gestos inusuales. La cara que uno monta cortándose la uña del dedo pequeño del pie derecho, y así... La cara del muchacho metiendo ricotta hasta que no le quepa una cucharadita más... esa es otra cosa. Ese gesto me atrajo de inmediato a la pintura de Campi. Luego vi el queso sobre la mesa, el cucharón repleto, ya trabajado. Los rastros en el ricotta de cuchareadas famélicas y generosas, después la alegría de todos los invitados a la escena. La primera impresión es la de un festín oficiado por una porción de ricotta. Luego el verde limón, los senos sugeridos y el gesto abandona el ámbito de la bromatología para acomodarse en el dominio de Eros, las miradas alineadas y casi poseídas por un encanto pasajero, pero vivo, lo que dure el queso y lo que subsigue...
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